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Siempre me he preguntado qué hace de un libro un buen libro. A lo largo de los años, he llegado a la conclusión de que no todos los libros son literatura. Y muchas veces por esta esfera se abusa mucho de la palabra. Yo tengo claro que no recomiendo "literatura", lo que recomiendo son libros. Luego cada quién ya sabrá si lo considera como tal o no.

La literatura es, en esencia, arte. Pueden ser libros con alta calidad literaria, ya sea por la calidad de su prosa, la profundidad y desarrollo de sus protagonistas, por la crítica que tiene detrás hacia su contexto histórico, porque rompe barreras... Sea por lo que sea, son libros que merecen llamarse obras de arte. La literatura no es todo el conjunto de libros, sino solo los buenos. Esta definición aunque cierta y universal, creo que es limitada. Porque ¿cuándo hablamos de un "buen libro"?¿Y cuándo podemos decir que un libro es arte y cuándo no?

Para mi, un buen libro es aquel que se queda, que está destinado a permanecer. Eso es exactamente lo que pasa con los clásicos, que han perdurado a lo largo del tiempo en la memoria colectiva. Pero luego hay otro tipo de "buenos libros" y son aquellos que una vez lees la última página y lo guardas en tus estanterías, no se quedan allí, sino que se vienen contigo hasta el resto de tus días. Quizá no estén destinados a trascender históricamente, pero sí a que te acompañen durante toda tu vida, y esa, al fin y al cabo, es otra manera de trascender.

También son arte porque han logrado su propósito: dejar huella. Y creo que todos tenemos claro que no todos los libros cumplen ese propósito. Aquellos con los que sucede (o TE sucede) también deberían ser considerados literatura, incluso aunque de entre toda la faz de la tierra, solo lo sean para ti. La literatura es como un fantasma que te persigue y al igual que todos tenemos nuestros fantasmas compartidos, cada uno tiene los suyos propios.

Hoy vengo por primera vez a hablar de literatura. Concretamente, de mis propios fantasmas literarios y por qué se han quedado conmigo tanto tiempo.


1. Memorias de Idhún - Laura Gallego

Esta trilogía fue la que me inició en el mundo de la lectura. Sin ella, no habrían venido más lecturas, no existiría siquiera este blog ni el resto de toda esta entrada.

Hace mucho que no releo la trilogía, pero una de las partes que más me marcó fue una en la que Jack se plantea por qué los dioses tendrían que preocuparse por nosotros si nosotros no nos preocupamos por las hormigas que pisamos cuando caminamos. Creo que es una analogía muy poderosa, mucho más allá de la interpretación religiosa que le puedas dar y muchas veces me gusta reflexionar el respecto.

La segunda razón (a parte de por la alta calidad que tiene) es por la relación entre los tres personajes principales. Laura Gallego da el mensaje de amar sin prejuicios ni imposiciones por la sociedad, que creo que es un mensaje muy actual en nuestros días pero que no lo era tanto cuando fue publicada, hace quince años.

2. Buscando a Alaska - John Green

Creo que la razón por la que este libro esté aquí se puede resumir en tres citas muy concretas que han sido importantes en diferentes puntos de mi vida, por distintos motivos.

La primera es "Voy en busca de un Gran Quizás." Creo que de alguna manera todos vamos detrás de uno. Todos tenemos un "ojalá" y cuando nos arriesgamos a hacer aquello que nos da miedo, estamos yendo tras él. Quizá no funcione, pero quizá sí y es ese "quizás sí" es el Gran Quizás que perseguimos.

Las otras dos son "Te pasas toda la vida encerrado en el laberinto, pensando en cómo vas a escapar de ahí un día y qué fabuloso será; imaginar ese futuro te mantiene con vida, pero nunca escapas." y "¡Dios mío! No quiero ser una de esas personas que se sientan y hablan de lo que van a hacer. Simplemente voy a hacerlo. Imaginar el futuro es una especie de nostalgia".

Estas dos últimas tienen mucha más repercusión en mi en la actualidad que cuando lo leí por primera vez. Antes era una persona que pecaba mucho de lo que llaman "parálisis por análisis". Ahora soy mucho más impulsiva y simplemente hago las cosas. No obstante, a veces vuelvo a caer en las viejas costumbres, así que cuando eso pasa me recuerdo esas frases (que llevo apuntadas en una libreta a todas partes pero que ya sé prácticamente de memoria xD). Creo que son frases que todos hace falta que recordemos en algún momento o otro.

3. Violet y Finch - Jennifer Niven

Este es un libro del que soy plenamente consciente de que no tiene una gran calidad literaria. Es un libro super ventas, pero en mi opinión, no por ello un libro bien escrito (me podría explayar mucho en por qué no, pero ahora no viene al caso).

Cuando leí Violet y Finch, estaba en una época de mi vida de total insensibilidad emocional. Creo que poca gente es consciente de lo que significa no sentir nada en absoluto, hasta que lo haces. Yo no lo era hasta que me encontré en esa situación durante meses. En mi vida, ningún libro me ha hecho llorar: Violet y Finch es el primer y último libro que me hizo hacerlo, incluso estando en una etapa en la que no sentía nada.

Creo que conseguir algo así tiene mucho poder y como escritor, ser capaz de despertar una emoción tan poderosa como el llanto o la risa es una meta. Y no es porque sea un libro de lágrima fácil, porque muchos antes lo intentaron y todos fracasaron. Ni siquiera considero Violet y Finch un libro que lo que pretenda es hacerte llorar, sino más bien un libro lleno de significado.

4. El nombre del viento - Patrick Rothfuss

Hace poco leí un fragmento de John Gardner de su obra Para ser novelista, que dice así:

"El escritor con sensibilidad para el lenguaje sabe encontrar sus propias metáforas no solo porque se le ha enseñado a evitar tópicos, sino porque disfruta buscando la metáfora gráfica y precisa, la que, por lo que él sabe, nunca se le ha ocurrido a nadie. Si emplea una palabra poco usual, no se trata nunca de la palabra poco usual que está en boga [...]; utiliza una palabra poco usual propia, y no solo porque desea resaltar su orignalidad (aunque es muy probable que a eso se deba en parte), sino también porque le fascina el lenguaje".


Cuando dejé de sentir, dejé de escribir y perdí esa sensibilidad para hacerlo. Aún no la he recuperado del todo, pero El nombre del viento fue ese libro que hizo que volviera a anhelarlo. Vino a darme una bofetada y gritarme "despierta, mira esto, es posible crear maravillas".

Siempre he sentido que cuando empiezas a escribir, eres como un acróbata. Sabes lo que quieres decir, pero muchas veces no eres capaz de hacerlo y vas buscando distintos caminos o atajos. En la mayoría de casos, cayendo en el (mal) hábito de utilizar colocaciones, frases hechas, clichés o tópicos.

Imagina, es como si estuvieras jugando a una partida de dardos en la cual la diana no es el centro, sino el perímetro del tablero, ese borde milimétrico que lo separa de la pared. En una partida así, lo más sensato sería que apuntaras al centro del tablero, da igual dónde caiga, y no arriesgarte a que por ser muy osado y querer aspirar a darle al borde, el dardo se te pueda ir y clavarse en la pared.

Si el escritor primerizo es un acróbata que sortea limitaciones, Patrick Rothfuss es una apisonadora que da al blanco con cada tirada. Para mi, es el rey de la sensibilidad con el lenguaje. El nombre del viento es una obra en la que siento cada palabra está donde debe estar, como si fuera la pieza de un enorme mosaico de Gaudí. Cuando lees a Patrick Rothfuss, lo que sientes es que él es el dios creador de su obra y que cada palabra tiene un matiz y una razón de ser, cada una provoca el efecto estudiado. Sentí que Patrick Rothfuss no tenía cadenas, podía expresar en cada momento lo que quería expresar con una precisión y arte sin precedentes y volví a desear conseguir algún día esa libertad.

5. Introducción a la literatura fantástica - Todorov (y Teorías de lo fantástico de David Roas)

Introducción a la literatura fantástica es el estudio que hizo el formalista ruso Tzvetan Todorov en el año 1970, en el que pretendía definir este género y establecer sus características principales. Os preguntaréis ¿por qué me marcó tanto un libro tan técnico?

Para empezar, cuando leí a Todorov me convenció con su teoría de lo fantástico. Me pareció muy consistente, sólida y con sentido. Sin embargo, quise contrastarla con otras y leí la de David Roas y, aunque coincidían en lo esencial, discernían en un punto. Para Todorov, que el protagonista sintiera miedo ante lo desconocido no era necesario para clasificar un libro como fantástico, pero para David Roas era fundamental.

Yo soy más partidaria de las ideas de Todorov, pero lo que comprendí después de mucho tiempo de reflexión es lo siguiente: da igual. No había ninguno que tuviera más razón que el otro porque un género literario es una abstracción. Un objeto de nuestra vida cotidiana es algo bien definido, que tiene sus bordes y sabemos exactamente donde empieza y dónde acaba. El genero fantástico no es algo tangible... ¿cuándo podemos decir dónde acaba? La respuesta es que no podemos. Todo dependerá del criterio que usemos y ambos coinciden en lo básico. Pero una vez nos encontremos en los límites del género, algunas obras que para Todorov son fantásticas, siguiendo el criterio de Roas no lo serán. Así de simple (o complejo).

Dejando a Roas de lado y volviendo solo a Introducción a la literatura fantástica, a parte de lo dicho, me enseñó e hizo plantearme algunas preguntas que aún hoy rondan en mi cabeza, aquí dejo una de ellas: ¿cómo podemos llegar a conclusiones universales sin mirar cada ejemplo concreto? Por ejemplo, ¿podemos calificar un cisne como "blanco" sin mirar cada uno del mundo y asegurarnos que no existe ninguno negro?

Recomiendo mucho la lectura de al menos la introducción de este libro, ya que es un ejercicio de intelecto en toda regla del que es imposible que no te lleves algo.

6. La partícula divina - León Lederman


Este libro es el que me ayudó a comprender realmente qué es la ciencia y creo que (al menos la primera parte, donde Leon Lederman hace un recorrido por toda la historia de la física de partículas) debería ser lectura obligatoria para todo el mundo.

Lederman es premio Nobel en física y acompaña el libro con infinitud de experiencias personales y opiniones propias que no tienen desperdicio. Es hilarante, humilde y sarcástico al mismo tiempo, así que a pesar de ser un libro algo denso, consigue mantener tu atención.

Podría escribir páginas y páginas sobre cómo me ha marcado este libro, pero como aquí no venimos a hablar de ciencias sino de historias, para cerrar el post os dejo una que me parece preciosa y muy ilustrativa del libro, que resume perfectamente el propósito de la ciencia.

Imagina un planeta, Penumbrio, cuyos habitantes son exactamente igual que nosotros pero con una única peculiaridad: no pueden ver los objetos en los que exista un cambio brusco de blanco a negro. Por ejemplo, una cebra, un paso de cebra o un balón.

Vienen a visitarnos en son de paz así que los invitamos a un partido de fútbol para enseñarles nuestra cultura. Los penumbrianos se miran confundidos. Allí solo ven un grupo de gente en pantalón que corre, da patadas en el aire y cada cierto tiempo se acercan a una especie de red donde hay una persona vestida con diferente equipamiento.

Después de observar patidifusos durante media hora el partido, empiezan a montarse sus teorías. Observan, por ejemplo, que parece haber dos equipos, y que por cada posición del primer equipo, hay otro jugador cumpliendo el mismo rol en el otro. Se dan cuenta, también, que el objetivo parece ser invadir la parte de campo del otro equipo.

Para cuando el partido está llegando a su fin, los penumbrianos han diseñado infinitud de tablas con movimientos, patadas y estrategias. Y aunque todas son en sí mismas, ciertas, ninguna capta la esencia del juego.

Entonces un joven penumbriano rompe el silencio y propone "imaginemos que hay una especie de bola que no podemos ver y que el objetivo fuera colarla en la portería contraria". Mientras todos sus compañeros habían estado pendientes del campo, el joven penumbriano se había fijado en unas abombaciones que se creaban en la maya de la portería poco después de que el árbitro silbara. Y de repente, todo el juego cobra sentido. Aunque los penumbrianos no puedan ver el balón, tiene que existir, porque de repente todos los datos recogidos durante el partido cobran sentido. Es el balón el que les da ese sentido. La ciencia es ir en busca de ese balón.

Versión completa de la historia en este maravilloso vídeo de Javier Santaolalla (click aquí), del minuto 2:43 al minuto 5:25


4 comentarios:

  1. Hola.
    Coincido contigo en lo de literatura que se queda contigo. En mi caso, la literatura que se queda conmigo es aquella que me hizo olvidar lo que me pasaba esos días y me mostró un mundo nuevo. Para mi fue el comienzo de volver a leer y disfrutar de una actividad que el colegio se encargo de que fuera aburrido, monótono y que no quisiera tocar un libro en años, y es por ello que siempre va a estar conmigo.
    Solo he leído memorias de Idhún y gracias a mi mejor amiga que me presto los libros nada mas saber que no los había leído.
    Nos leemos.

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  2. ¡Buenas!

    Buscando a Alaska me encantó, además, fui a ver la película al cine en cuanto salió porque tenía muchas ganas de ver cómo la habían adaptado. Me alegro de que haya sido un libro que te haya marcado, plantea cosas muy bonitas y reflexivas.

    ¡Nos leemos!

    Lady Moustache

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  3. ¡Hola! acabo de encontrar tu blog y soy tu nueva seguidora.
    Te invito a mi blog y a seguirme si te gusta mi contenido :)
    Con respecto a tu entrada te comento que sólo he leído Buscando a Alaska pero le tengo muchísimas ganas a Violet y Finch y al de Laura Gallego :) Espero leerlos pronto.
    Me encantó venir a leerte, ojalá te vea por mi blog.
    Un saludote.

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  4. Hola ^^
    Memorias de Idhún me trae muy buenos recuerdos, me los regalaron en un cumple o algo así cuando era jovencilla y me encantaron, antes de la época crepúsculo y todo eso jeje me estoy planteando releerlos pero me da miedo que el tiempo, la edad, la cantidad de lecturas que llevo a cuestas ahora, etc. hagan que no conserve ese recuerdo tan bueno jeje

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