Odio la verdad. La verdad nos ha matado. A ti, a mi. Nos mató. Sí, lo ha hecho, lo hizo hace mucho tiempo. Cogió el peso de sus manos y nos lo estampó en la espalda como una losa, bajándonos la cabeza, apretándonos el pecho, impidiéndonos respirar, asfixiándonos.
Estaba encerrada y ella iba disfrazada de libertad. El caso, es que no lo notamos. Tú la viste, yo no. La llevabas dentro. Me pregunto si dolía más dentro que a nuestras espaldas. Te lo juro: si era así, la hubiera soportado.
De algún modo, dejaste el resquicio de la puerta abierta. Ella fue saliendo de su cárcel. Poco a poco. Sin que lo notáramos. Era negra, yo la vi. Yo la vi, tarde, pero la vi. Mis ojos empezaron a llorar desesperados al encontrármela de frente.
Han pasado años y ahora solo me pregunto si la verdad, cuando está encerrada, pasa a llamarse mentira, o es que todas las verdades son mentiras.
Clara Sagarra Naval
La última frase me está dando para reflexionar mucho y la verdad es cuanta razón hay en ella...
ResponderEliminar¡SE MUUY FELIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ ������!
Wow eso es lo único se me ocurre decir...wow
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarMaravilloso e increíble. Creo que muchos se pueden sentir muy identificados con este texto, yo por ejemplo, me ha recordado a una relación que tuve, es un mal recuerdo, pero aún así aprendí que la verdad aunque pese siempre vuelve, y las mentiras no se pueden enmascarar para siempre.
Muchos besos!
Una lectura fantástica que nos deja reflexiones muy interesantes,
ResponderEliminarUn beso ^^